Suenan las horas en estos días donde la primavera es la perfección de los árboles, las flores ensayan un silbido de baja frecuencia augurando veranos sofocantes. El fuego dejo negro el paisaje, lento se recupera en estas semanas cumbres. Advierto además que, entre la vida de los hombres y la de los animales, no hay otra diferencia que la manera de ignorarla. Dormimos todos, solo en los sueños y en la eficacia de la ensoñación, nos distinguimos. Saber ser supersticioso es, aun hoy, una de las artes, que realizadas a fondo, distinguen al hombre superior. Te deseo un gran momento, puede que la consecuencia del sueño se presente antes como premonición, lo otro, lo que viene después, serán los hechos rotundos y gloriosos, que te lleven a descubrirlo.
La mujer de los animales
martes, 11 de octubre de 2011
La primera luz de la mañana
Antes de entregarme a despertar, intenté retener una imagen que había quedado en los ultimos minutos de un sueño. Estábamos en el medio de la laguna, apagué el motor y dejé el bote a la deriva. La lejanía de los alrededores llegaba con el eco de las horas, donde el viento y el atardecer dejan que todo se escuche. Te desnudaste mirando el reflejo del sol, como una india salvaje aflojaste tu pelo y te mojaste con el agua de las olas. Tu silueta se volvió brisa y atesoré toda la luz de las estrellas que acampaban arriba. Deslicé el ancla al fondo y juntos sobre el piso, mirábamos el viaje de los relámpagos debajo de la tormenta. La calma nos hamacaba con el leve paso de la corriente. La primera vez que una sensación me recuerda donde nunca estuve.
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