La mujer de los animales

La mujer de los animales
Sergio

jueves, 14 de febrero de 2013

Hermano flotante




Navegué en piragua desde Bajada Grande hacia un banco de arena frente a la isla, el río en la corriente serpenteaba entre remolinos y olas incansables. Vi la luz encender de plateado los destellos, vi la luz fugaz y eterna crear estelas rectas, círculos incandescentes transformarse en materia fantástica. En el interior de mis ojos vi el fondo, choqué imaginariamente con el lecho y contemplé ese eco como un sonar de rayos ultravioletas, fui otra vez un pez en la correntada, ese paisaje de Juan L., ruborizado de silencio y tarde.

Una lancha nos sorprendió con un acelere repentino y sus olas inundaron nuestra embarcación, remamos pesados y empapados tratando de salir de la corriente, aferrados al peligro y agotados de cansancio. Aún lejos de la costa, Paco llamó a los perros que nadaban en la orilla con gritos desesperados y empujados por el viento, dos raza Terranova naturalmente dotados para nadar, que al mojarse se les forma entre sus pelos, una capa de burbujas que los hacen flotar. Llegaron hasta nosotros, le tiramos una soga y ellos, sabios versátiles, enfrentaron el caudal del río, tirando de nosotros hacia la orilla, dejándonos encallados, sanos y salvos sobre la arena.

Por la mañana y sin saber haríamos este viaje a remo, me había persignado en la fuente de la Virgen de los pescadores. Entregué una súplica y atesoré mentalmente esta plegaria: "Te pido me acompañes y protejas en estos días, a mí, a mi esposa y mis amigos", hice la señal de la cruz y pensé con fe, "determinada circunstancia", a su lado, un niño o niña de cemento hecha en la misma escultura, miraba a lo lejos lo mismo que su madre. Mojé mi cara, miré en su rostro esos ojos concentrados de cielo y río, regresé mi sombrero de paja, y me fui bajo el sol del litoral.

He vuelto a mi pueblo, a mi laguna de siempre, pero mi nombre no es este, también soy de otro río, escucho a lo lejos abstractas conversaciones, detrás de mis ojos algo nuevo hay antes de dormir y al despertarme, hablo en Paraná, mi dialecto acuna las tempestades y las hace conciencia, soy hermano del mar.

A Paco Padilla, pescador del Paraná, arquitecto descalzo del barro y agua bendita.