La mujer de los animales

La mujer de los animales
Sergio

miércoles, 1 de junio de 2011

Fe y Concentración


Vivo en el ojo de un pájaro, veo todo lo que él ve. Hay días que me dejo llevar por el viento, caigo hasta cierta altura y pongo a prueba los radares. Otros días observo los bordes, hasta destruirle el límite al canto clandestino. Tengo la certeza que puedo mover las cosas, cambiarles el rumbo, les hablo pidiéndoles movimiento, pero no me desanimo, las inclino dentro de mis ojos, como a cualquier pájaro que sigo en la pupila.
Escribo poemas porque he visto un sueño, un sueño que transcurre en el campo, a la siesta, en las madrugadas, con cada frío de invierno, o entre los atardeceres que hipnotizan; “Caían diamantes del cielo y los juntábamos en el fondo del río”. Como una imagen poética para recibir la lluvia, respiro formando un ciclo, la primavera está en mi mente, y el espacio comienza a transfigurarse hasta alcanzar el sentido más profundo. Lo que sucede es sagrado, un momento donde el samurái, encontraría el silencio dentro del ruido. Soñé con mi abuelo, lo encontré en la esquina de la panadería en mi pueblo, lo abracé escondiéndome en su saco, lloraba y me reía feliz, eran tan fuertes los sentimientos, que sacudían el cuerpo dentro mi cabeza. Luego desperté ya depurado, con la duda si él había venido a visitarme. Quise retomar esa concentración divina buscando recuperarlo, utilicé palabras ultra silenciosas, como si se tratara de un silbato, que lo detenga.