La mujer de los animales

La mujer de los animales
Sergio

lunes, 19 de diciembre de 2011

La gran despedida

Cuentan que a un hombre lo velaban en un ranchito entre los montes. Regaron el piso de tierra, y ubicaron el cajón junto a las coronas de flores, con algunas sillas alrededor. Caía la tarde y las horas se escuchaban en el silencio de los pájaros. Esa noche en el pueblo festejaban los corsos y todos se habían ubicado a los costados de la calle, reservando las mesas para ver pasar a las carrozas. En el velorio había poca gente, y temprano se fueron los vecinos. A la viuda que estaba viejita, el médico la sedó para que duerma hasta la hora del entierro. Unos muchachos se dieron una vuelta antes de que comience el desfile de las comparsas. Llegaron en un jeep sin frenos, estacionaron debajo del sauce, usando al palenque para detenerlo, la puerta de la casa estaba abierta, se persignaron, contemplaron al difunto y decidieron regresar. Afuera, otro motor apagó su marcha, entraron con respeto, se sacaron la gorra, y advirtiendo que la viuda dormía, murmuraron una idea descomunal; mudar el féretro al acoplado sin laterales en el que andaban, y hacer una pasada frente al club, entre los demás participantes. Lo subieron con las coronas y los candelabros, lo dejaron inclinado levantando la cabeza para que se vea desde abajo, y parados sosteniéndolo de las manijas, pasaron últimos. Iban con sombreros, cabizbajos, con las sillas alineadas como en el rancho, fingiendo la tristeza de un ser querido. Desfilaron delante del jurado, que miraba arriba de una camioneta, desconcertados por el aplauso de la gente, con una inapelable aprobación para el primer premio. Después de la última cuadra, se desarmó la fila y siguieron de largo hacia la chacra, lo bajaron con cuidado y lo ubicaron en la misma posición dentro del comedor. Encendieron las velas, entrelazaron sus dedos, y le limpiaron un chorro de espuma que le había salpicado la cara. Escaparon con las luces apagadas. Era una hermosa noche de verano, la luna parecía saberlo, iluminada el camino hasta el frente de la casa. 

(de Corderos en la niebla, micro relatos. Inédito.)